sábado, 2 de febrero de 2008

Polaroid cliché




La luz de un sol forastero bañaba las calles de su barrio.
Caminaron de la mano hasta adentrarse en el inframundo,
sin hablar, sin decirse nada, entendieron todo.
Entonces, el fuerte sonido de un tren.
(Ahora recuerdo que tus ojos azules eran verdaderos)
Llegaba la despedida y el podía oír lo que ella pensaba:
“…su mano, ultima vez, en mi cintura, ultima vez”.
Su pelo, enredado en una nube de ideas que la seguían, volaba.
Un beso, dos veces.
Y el adiós final.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto es para mi como un realto de mi vida real, en la estación de aviones de BUenos Aires, el 5 de octubre de 2006, lloré por ella, lloré por mi, lloré por sus manos y por su piel, lloré cuando ya no estaba y lloro ahora, pero lloro con huevos...

jeje, besiños Dorita la exploradora.

Alexis.